Fueron
pocos los años que Sagasta trabajó como ingeniero, desde el año 1849
—cuando salió de la Escuela con el número uno de su promoción—,
hasta 1854, año en que se trasladó a Madrid al ser elegido diputado,
por vez primera. En aquella corta temporada, sin embargo, Sagasta, como
los casi mil ingenieros de Caminos anónimos que trabajaron en España a
lo largo del siglo XIX, participó activamente en dos de las grandes
obras públicas de la época: la construcción de la red principal de
carreteras y de las grandes líneas de ferrocarril. Sirvan estas
palabras —extraídas de las conclusiones de Carlos Dardé, director
del ciclo de conferencias Sagasta Ingeniero— de presentación de este
libro, que recoge las intervenciones de Juan-Miguel Villar Mir, Juan
Pablo Fusi, Antonio Fernández García, José Luis García Delgado, José
Ramón Milán García, María Luisa Ruiz Bedia, Javier Rui-Wamba Martija,
Bernardo Riego, y Fernando Sáenz Ridruejo.